Esta es una historia de superación que refleja cómo los desafíos pueden convertirse en oportunidades. Todo comenzó en diciembre, cuando el mundo de las rifas empezó a ganar popularidad nuevamente. En aquel entonces, yo era un cliente frecuente y estaba buscando la manera de involucrarme más profundamente. Decidí acercarme a un rifero muy conocido en mi zona para solicitarle trabajo, pero su respuesta fue desalentadora: me dijo que debía vender un mínimo de 10 números, sin recibir comisión por ellos. Además, si no se lograban pagar, yo tendría que asumir esa responsabilidad.

Lejos de desanimarme, decidí tomar ese tropiezo como una señal. Recordé un dicho: «De cada tropiezo aparece una nueva oportunidad». Con ese pensamiento como guía, nació la marca. A pesar de contar con pocos contactos y un capital limitado, me propuse construir algo propio. Con esfuerzo, dedicación, fe y muchas ganas de salir adelante, logré establecer esta empresa.

Hoy, esta marca no solo es un reflejo de mi trabajo arduo, sino también una prueba de que, con perseverancia y determinación, todo es posible.